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“Changüitad” o las postales del sur.

por Gonzalo Schwenke

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El poemario Changuitad (2016) está dividido en seis capítulos donde convergen versos, prosa poética y crónicas, situándose en el sur de Chile y generando la problemática de estar arraigado en territorios alejados de las vicisitudes de la metrópoli. La poética de Mansilla dialoga con la poesía de Jorge Teillier, porque en algún momento las poéticas coinciden en la búsqueda del regreso al pasado o lugar de origen para recobrar la memoria.

El volumen lírico tiene por objeto el mito del eterno retorno que consiste en la posibilidad de revivir aquel momento que ha sido vivenciado y que luego el viajero lleva en la memoria que le permitirá regresar al lugar de pertenencia de manera ficticia. Por lo que el retorno no existe, menos en los términos que se espera: “Debo llevar mi casa y mi tierra/ de infancia/ en lo más íntimo de mis venas, / debo ocultar lejanías indescifrables/ mi espacio de lluvias surcado/ de barcos y relámpagos” (13). Esto deriva en el más profundo anhelo por volver a la casa. En dicho deseo predomina el fracaso, ya que no se vislumbra futuro, por lo que el recuerdo se ha fosilizado: “La realidad no fue como la recordamos. Nada es como creemos que es. Por eso me gustaría volver al país de la infancia, en Changüitad, ese país que recuerdo” (69). La condición de nostalgia —que es a su vez el desgarro— la podemos observar en la poesía lárica, donde se evidencia la permanente necesidad de reapropiarse del pasado, pero el hablante de Changüitad no se queda solamente en lo lárico sino que desarrolla un discurso crítico ante el despojo y la explotación producto de la globalización.

Situada geográficamente en la isla grande de Chiloé, la cultura chilota, que contiene un relato mestizo, que transita entre lo mítico, lo religioso y lo histórico, ha fundado una autonomía frente a lo urbano/continental, pero se ha visto imposibilitada de construir una independencia regionalista en la isla grande. Dicho abandono ha permitido que las políticas neoliberales exploten a destajo los bosques, las playas y los mares. Así se señala al inicio del poemario: “En medio de la niebla/ oímos/ el murmurar de las playas, ahora empobrecidas, / saqueadas, cerradas con alambres de púas/ por Transnacionales” (15). Entonces, retomar el pasado configura un acto de resistencia frente a los cambios que se producen y que el mercado domina.

El hablante, cronista de un tránsito histórico, deja constancia de la gente que habita en las islas, muchas de ellas pertenecientes a clases sociales medias bajas y en estado de decadencia: “el mundo está más derruido que antes; eso se percibe en los dientes carcomidos que asoman en la sonrisa de los años olvidados” (72). De igual modo se hace mención a lugares, momentos y encuentros con personas connotadas, los que sirven de anécdotas y que desnivelan el propósito del poemario. Por el contrario, resultan más provechosos los diálogos intertextuales con canciones populares y tradicionales, desde el vals chilote “Los remeros de Compu”, hasta el prólogo con alusión a Henry Miller, los poemas de José Pablo Quevedo, Albert Camus, Fernando Pessoa, el poema “Itaca” de Constantino Kavafis, Homero, Rolando Cárdenas, entre otros.

Changüitad tiene desniveles en la conformación del poemario, los que radican en contraponer los poemas y las crónicas que poco representan a la propuesta del libro. Una de las grietas de este trabajo es el acto de hacer memoria a modo de rebeldía y de conservación de identidad, situación que conlleva museificar la experiencia, dando como resultado postales antropológicas del sur. Sin embargo, la óptica del cronista es siempre volver a ese territorio, elevando recuerdos y discursos ante el despojo de la globalización.

Changüitad

Sergio Mansilla

Ofqui, 2016

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Gonzalo Schwenke (1989). Es Profesor de Lenguaje y Comunicación por la Universidad Austral de Chile. Diplomado en Periodismo Cultural, Crítica y Edición de Libros (U. de Chile 2016). Actualmente cursa el Magister en Estéticas Americanas (PUC). Es además crítico literario del diario El Insular de Chiloé: www.elinsular.cl.

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El legado de las corrupciones

por Gonzalo Schwenke

Incorruptos_cubiertaIncorruptos (2016) es el primer libro de Carolina Melys (Santiago, 1980). En este volumen de cuentos se despliegan recuerdos familiares que son contemplados desde la niñez y la adultez temprana. En ellos, los personajes observan la tragedia, habitando espacios donde la incomodidad y las ausencias de los parientes son el común dominador. Porque nada permanece limpio, toda herencia es una carga que hay que asumir irremediablemente: los familiares militares, las enfermedades y la religión.

La manipulación de la información, la ignorancia o alejar a las personas de los hechos constituyen un sistema de control instaurado por los mayores y donde los niños se ven sometidos, e incluso colaboran en sustentar este orden: “La abuela (…) le dice que uno nunca debe hablar de su familia en el colegio” (41). Así, en “Uniformes”, “Fragmentos de una higiene doméstica” y “Como un rey”, se presenta la ideología de la tradición cristiana occidental, la vigencia de hábitos y costumbres que están ligadas y representadas por el régimen militar a través de la formación educacional tanto privada como pública. De igual modo, los protagonistas que no suficiencia de análisis, intentan comprender las diferentes circunstancias en que se ven envueltos pero incapaces de llegar a descifrarlas.

En el primer cuento, “Las historias que nos contamos”, la protagonista narra el proceso en que el padre es desahuciado debido al cáncer, lo que provoca que padre e hija forjen una mayor unión en un ambiente marcado por la desolación y que progresa hasta el punto de la desesperanza. En esta dinámica, el progenitor entrega una serie de recuerdos en la que ficcionaliza su infancia y la devoción en la religión para sobrevivir en la memoria de la hija: “esa imagen que nunca vi es la imagen que mejor recuerdo” (28).

Nadie está libre de la degradación y esto se subraya en “Incorruptos”. Laura va al cementerio de Andacollo para observar el cuerpo del predicador Manuel Yépez y declararlo santo si es que se encuentra sin descomposición. Utilizando analepsis, la narración va intercalando momentos del pasado familiar de la protagonista: la tos heredada, el olvido del padre y la colección de fotos de cuerpos mortuorios.

Esta perspectiva que aparenta ser ingenua contiene narraciones marcadas por la austeridad: frases cortas y diálogos directos. Los hechos dan el tono sombrío en los relatos, lo que evita una descripción innecesaria y, por tanto, permite una lectura rápida.

La construcción de personas tiene su génesis en los aconteceres que están ligados a la memoria y tradición familiar. Justamente aquello que es perteneciente al hogar es el foco de la narración que la autora ataca: los niños, los adultos y los muertos en distintos niveles están corrompidos, manipulados por la transmisión de valores hereditarios y que los sucesores deben comprometer como una molesta obligación casi sin rencores. En este sentido, evidenciar el régimen de corrupciones de la familia a través de infantes que no tienen las suficiencias, es mostrar en segundo plano observaciones que denotan temores en analizar la sociedad. Incorruptos está enmarcado dentro del circuito de la literatura de los hijos y que marca el debut de Carolina Melys.

Incorruptos

Carolina Melys

Editorial Montacerdos, 2016

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Gonzalo Schwenke (1989). Es Profesor de Lenguaje y Comunicación por la Universidad Austral de Chile. Diplomado en Periodismo Cultural, Crítica y Edición de Libros (U. de Chile 2016). Actualmente cursa el Magister en Estéticas Americanas (PUC). Es además crítico literario del diaro El Insular de Chiloé: http://www.elinsular.cl/.

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Un lobo ceremonial. Lobo Atado de Luis Marcelo Pérez

por Carolina Reyes

15801503_10211481179126407_299030536_nLa poesía erótica siempre es un gran reto, ya que debe ser tan milenaria como la escritura misma. Safo escribía poesía erótica, hasta la Biblia en el Antiguo Testamento contiene su dosis de erotismo en el Cantar de los Cantares, por solo dar algunos ejemplos de antigüedad. El desafío entonces es mayor. Es el camino que toma Luis Marcelo Pérez (Montevideo, 1971) con su poemario Lobo Atado, publicado por la editorial chilena Cerrojo Ediciones. En veinte poemas nos sumerge en la atmosfera de la intimidad, breves poemas que van junto con algunas difusas ilustraciones de cuerpos que nos ayudan a entrar en el ambiente amatorio.

Estos veinte poemas también podrían ser considerados veinte pequeñas narraciones de una historia mayor, ya que en los primeros versos se establece ese comienzo entre dos personas, ese salto al vacío que en realidad ninguno de nosotros tiene tan claro a donde va conducir al final, pero donde la pulsión del deseo ya está presente: “Muy temprano / vencimos el no te conocía / tu falda, mis pies / el café y aquella taza / derramada (21). Deberíamos acotar que quizá estos veinte poemas, de forma inconsciente, nos remiten a los veinte poemas de amor de Neruda. En donde en esta ocasión, Pérez mueve las estacas un poco más allá que el vate llevándonos al erotismo puro.

Siempre el juego va entre la ausencia y la presencia. Ausencia que es recordada de forma febril: “El recuerdo de sus pechos / esparciéndose por mi boca / me distrae / de la blanca hoja / en el que le dedico / este poema” (19). El acoso fantasmal del cuerpo anhelado que interrumpe como una tormenta neuronal cualquier actividad que desarrollemos en el presente. Y la presencia donde el deseo se colma en la fusión, en una unidad corporal que se vuelve un nosotros: “Arriba tu cuerpo, / debajo el mío, / prendidos / por fuera, por dentro / más cuerpo, los cuerpos / los nuestros” (25).

Para hacernos entrar en el juego retórico de lo erótico, Pérez ocupa muy bien varios recursos o vicios del lenguaje. Así, la cacofonía “la hembra con hambre” (31) suena muy bien para ejemplificarnos el apetito sexual de esta amante poética. A pesar del sexo, el gemido y el sudor o el orgasmo, la palabra es parte fundamental de este juego ritual: “Conteo final de la prosa / y el verbo” (37). La palabra acompaña el devenir íntimo amatorio de esta voz poética varonil, atrapado en el cuerpo de la que ansía. Acorralado prácticamente por el deseo y con la necesidad estética de no caer en lo pornográfico. La voz es auxiliada por las palabras y la poesía, para completar algunas escenas algo descriptivas, un juego de imágenes que es el propio lector el que debe terminar de trazar: “Jugoso gusano / sujeta la poesía / que tu lengua derrite / en el bronce de tus pechos” (37).

El hablante poético habita varios aspectos del deseo, si se quiere algo más descriptivo o duro, pero también hay momentos para una inefable ternura y fragilidad, de parte de este rotundo amante: “Cuando caiga la tarde, / si me dejas, te mostraré / todos los pasajes / que conjuran la ternura” (41). La intimidad sexual como una práctica religiosa otra, que lleva a otro tipo de creencias, posiblemente más primordiales y alejadas de todo lo que entendemos por religión, es uno de los tópicos que aborda el poemario. Un escéptico amante que al entrar en contacto con el cuerpo querido logra llegar a su propio credo, desdeñando el clásico impuesto por el cristianismo: “No creo / en el nombre del padre. / Creo en vos, / que sacudís los bosques / cuando rezas en mi cuerpo” (53).

El conocimiento a través de la experiencia y la posesión a través de este conocimiento también es algo que aparece en el poemario: “Conozco tu piel / como el azúcar al itinerario / de tu mirada” (55). Nos da la impresión de un amante que sabe de su oficio amatorio, una virtud que permanentemente habita en las fantasías sexuales de mujeres.

Mención aparte es el intertexto concreto que el poeta decidió darle a esta voz varonil. El lobo como otra de las expresiones monstruosas atadas a lo sexual, recordemos tan solo Caperucita y el lobo, se debe decir que asimismo en esa línea está el vampiro de Brian Stoker. Pero también podría ser por algunas características biológicas del lobo, como por ejemplo, la monogamia que en la mayoría de las especies existe, lo que se podría interpretar a nivel humano como una férrea fidelidad. La territorialiadad y lo sensorial de la especie podrían ser claves para entender a este lobo, en este contexto, donde el territorio puede ser el cuerpo anhelado y lo sensorial ayuda en el poemario a la descripción y al desempeño amatorio. Lo medieval es algo más difuso de entender, puede ser lo esencial de la época, un periodo con rudimentos técnicos muy básicos y donde el ser humano era dependiente absolutamente de los ciclos de la naturaleza. Edad precapitalista, entendiéndose la época que vivimos –de capitalismo en expansión- como el resumidero de muchos de los problemas de salud que vivimos, incluidas las neurosis y los problemas sexuales. D. H. Lawrence consideraba la era del capital y la tecnologización extrema como el comienzo del fin de Inglaterra, el resumidero de muchos problemas sociales,  incluida la mala vida sexual de los ingleses de su tiempo, la cual no abarcaba al goce.

El lobo del medioevo que tercamente repite el culto amatorio, rendido y extasiado para fruición de su amante: “Me confieso, soy el lobo medieval / que se desata desafiante / cada media noche en punto / para abordar todo espacio posible /  y saciar tus instintos exaltados” (63). Este el tono general de este poemario. Luis Marcelo Pérez con mucho oficio nos sume en su erótica poética. Veinte poemas muy bien cuidados en el uso del lenguaje, la metáfora y por sobre todo de no entrar en los lugares comunes de lo sexual explícito. Celebramos también los intertextos; los visuales y los escritos, en un tipo de poesía que por centrarse en los cuerpos y sus simbiosis tiende a ser un tanto cerrada.

Luis Marcelo Pérez

Lobo Atado

Cerrojo Ediciones, 2016

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Carolina Reyes (Santiago, 1983) es profesora de inglés de la Universidad de Santiago de Chile y Magíster en literatura latinoamericana y chilena por la misma universidad. Colabora haciendo crítica literaria en Revista Lecturas, Poesía y Crítica y Dos Disparos. También hace crítica de cine en 35 Milímetros. Ha publicado algunos de sus cuentos en Revista Sangría de Chile e Íkaro Magazine de Costa Rica. En la actualidad mantiene un blog de crítica cultural llamado Omnivoracultural:https://omnivoracultural.wordpress.com/.

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